La vida está llena de sustos. A veces se trata de sustos que se alimentan de miedos infundados, de miedos reconocidos y conocidos o de miedos que surgen de tus creencias limitantes diseñadas por la mente. También están los sustos que llegan sin avisar e impactan en el rumbo de tu vida. Los sustos no siempre nos hacen pequeños, sino que pueden ser la gran oportunidad para aprender y crecer. Los sustos te enseñan cómo reaccionas ante situaciones desconocidas e imprevistas y sobre todo te muestran cómo afrontas límites que desconocías.
El 6 de febrero me arrolló un coche yendo en moto por Barcelona. Salí de mi zona de confort sin esperarlo ni desearlo. Fue como un portazo en la cara. Una pesadilla soñada que se hizo realidad. Sentí el mayor de los miedos en toda mi piel. Fui consciente del instante y lo viví de forma consciente por elección. Respiré hondo hasta calmar el tembleque de mi cuerpo y en mi diálogo interior me decía “agradece estar viva” y “agradece el apoyo y comprensión de los demás“. Pude perder el control y el temperamento y elegí estar serena, poniendo toda mi energía en conseguirlo.
No quise lamentarme ni culpar ni castigarme. Me costó conseguirlo. La mente, a ratos, se me pervertía con emociones de rabia y rencor. Respiré y respiré hondo hasta sentir el dolor de mi cuerpo y alma. Supe que mi actitud marcaría la diferencia en esta situación que me pilló por sorpresa.
Estas próximas semanas de recuperación, tras la operación del húmero, conllevan aceptar muchas renuncias. Mi mente quiere ir rápido y mi cuerpo me pide lo contrario. Es un duelo que me está enseñando a observar y escuchar mi cuerpo. Tomármelo en serio y mimarlo.
A raíz de este accidente estoy creciendo. El miedo a morir ha encogido mi miedo a vivir la vida como yo deseo. Le he visto las orejas al lobo y ahora sé que depende de mí vivir cada momento con intensidad. Se me han amplificado otros sentidos como son:
1. El agradecimiento por ser como soy y por todo el amor que recibo de los míos.
2. El optimismo visto como las gafas con las que retarme para conseguir mis sueños y disfrutar el proceso con entrega.
3. El sentido del humor para aligerar el dolor, culpa y rencor, y aceptar las renuncias con buena cara.
4. El perdón como medicina para ser compasiva conmigo misma y con los que me rodean.
5. El entusiasmo para centrarme en lo que sí puedo hacer y ser, aceptando con cierto dolor todo lo que ya no será posible.
6. La serenidad para tomar consciencia de lo que depende mí, plantándole la cara a mis límites y atreviéndome a descubrir mi nuevo guion de vida.
La vida es loca e imprevisible. Es un camino lleno de baches y socavones. Tu vida depende de ti y de cómo quieras escribirla. Tú eres el protagonista de cada instante y los sustos te ayudan a sacarle punta a tu historia de vida.
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