“El ser humano tiene el tamaño de aquello que se atreve a hacer”. Esta reflexión de Jorge Ángel Livraga me llegó a través de un mensaje en las redes de Gemma Soler Raspall, directora de la escuela del Ser en Mallorca.
Y es una reflexión que me encanta y comparto. Atreverse es el ingrediente que todo líder ha de incluir en sus recetas para liderar con éxito y en tiempos difíciles y movidos como los actuales. Atreverse desde el ser y desde el hacer es una cualidad que define a los líderes valientes.
Ser valiente como líder significa enfrentarse a lo desconocido, a lo incierto y a lo incómodo. Te invito a hacerte las siguientes preguntas de reflexión:
¿Quién es para ti un líder valiente y atrevid@?
¿Cómo actúa este líder cuando todo va bien y cuando todo va mal?
¿Qué valores le mueven a atreverse?
¿Qué impacto ha tenido en ti este líder?
¿Qué aprendes de este líder?
Seguramente te habrán venido a la cabeza personas extraordinarias de cualquier parte del mundo y también personas normales y cercanas, de tus círculos de relación más cotidianos. Los líderes valientes están por todas partes. Son personas normales, que toman decisiones con coraje y sentido, que dudan, que tienen preguntas sin respuestas fáciles, y que se equivocan y aciertan en la misma proporción.
Porque ser valiente como líder supone en muchas ocasiones tomar consciencia que no siempre tienes el control de tu vida, ser tú mism@ y coherente con tus valores, expresar tus ideas aceptando y escuchando las de los demás, ser flexible y con cintura para adaptarte a cada persona de tu equipo y al contexto o situación, ser intuitiv@ y actuar desde tu intuición con una intención que refuerce tus relaciones. Y luego tener el coraje para pasar a la acción siendo congruente con todo lo anterior. Y allí, después de la valentía, cuando percibes que lo que sientes y piensas tiene coherencia con tus acciones, es síntoma que con toda probabilidad tú ser y tú hacer están alineados.
Para mi es complicado de narices alcanzar esta coherencia y lo que pienso es que muchas veces, lo complicamos más por rechazar o cuestionar lo que pasa y querer controlarlo a nuestra manera, como si la vida se manejara desde un mando a distancia, o bien por miedo a enfrentarnos a miedos y temores que podrían exponernos y mostrar nuestras debilidades.
Sé, por experiencia propia, que el líder valiente se muestra, sin trampa ni cartón, y se acepta tal y como es, tanto lo que le agrada de sí mism@ como lo que no. Al gustarse desde quien es, logra que los demás le gusten sin que el casting de agrado se mida por la afinidad en ideas y pensamientos. Además, sus ideas le importan tanto como las de su equipo, y las suma para construir relaciones con sentido y de beneficio para todos.
Una habilidad del líder valiente es la de no imponer su razón. Lleva bien que le lleven la contraria y lo encaja con curiosidad e interés para vestir soluciones en equipo, creando un sentimiento de orgullo y pertenencia.
Teniendo en cuenta que ser un líder valiente es como estar en una montaña rusa, lo incómodo lo vive de forma natural y le enseña a expandir su zona cómoda. Lo incómodo le puede generar miedo, duda, incertidumbre y tantas otras emociones, y lo que caracteriza al líder valiente es que le planta cara al miedo llamándole por su nombre y pidiendo ayuda, si hace falta. Lo incómodo no le hace invisible ni le paraliza, sino que busca soluciones incómodas apoyándose en el equipo y sumando propuestas que otros le dan.
A veces me digo que para ser líder has de tener ‘un par’. Y mi conclusión es que para honrar quién eres y tus valores, para dejar huella allí donde vas, necesitas respirar mucha generosidad y ganas de disfrutar la montaña rusa con tu equipo, como si fuerais niñ@s que viven cada reto como una aventura mágica.