Abrazos que engordan

Abrazos que engordan

Desde hace unas semanas mi cuerpo me pide que abrace a la gente. No importa si son personas conocidas o desconocidas. Simplemente abrazo y lo hago cuando percibo que tiene sentido que abrace de forma espontánea. Es un estímulo que me surge de forma natural, y que sorprende a los demás.

Creo que ahora ya sé porque lo hago. Siento que con cada abrazo agradezco quién soy y agradezco todo lo que tengo. Son abrazos de verdad, con intención. Es como si se parara el tiempo y se encapsularan y mezclaran las emociones. Abrazar me ayuda a soltar y compartir mis emociones con los demás. Abrazar es para mi la manera de agradecer, entregándome en cuerpo y alma a la otra persona, sin esperar nada a cambio.

Estoy aprendiendo a ser agradecida para disfrutar mas de las pequeñas situaciones de la vida. Son momentos que son un regalo. Son momentos mágicos, de conexión máxima. Cada día voy a rehabilitación y Francisco Calvo, mi fisioterapeuta del centro de rehabilitación de Asepeyo en Sant Feliu de Llobregat, es hoy mi persona de mayor confianza y aprecio. Su ayuda es clave para recuperar la movilidad de mi hombro. Y la mejor manera que encontré para agradecérselo fue abrir mis brazos y rodear su cuerpo. Fue un abrazo sin avisar. Estuvimos unos 20 segundos abrochados con nuestros brazos. No dije nada. El abrazo habló por si solo.

Abrazar es abrir la mirada a los demás. Es un gesto de agradecimiento y gratitud. Con cada abrazo tomo aún más consciencia de lo mucho que valoro la vida y lo mucho que necesito la conexión con los demás.

Los abrazos engordan. Te invito a que abraces más a los que te rodean y a los que pasen por tu vida. Es una experiencia única, que despierta emociones de todo tipo, y que deseo que se convierta en una costumbre más y más habitual.

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Silvia Bueso

Soy conferenciante, formadora y coach, experta en ‘El arte de pedir’. Te enseño a pedir y conseguir tus objetivos, sin tener que pedir. Despierto la magia de pedirólogos en potencia con mis artículos, talleres y conferencias.

Esta entrada tiene 3 comentarios

  1. Marc Bosser

    Justo el pasado wkend, y no es broma, enseñaba a mis dos hijos a abrazar a su abuela y a sus tíos, para que apreciaran justo ésto, la gran diferencia entre estrecharse la mano, darse un beso (incluso dos), con la de un gran, fuerte ó largo abrazo con otra persona.
    Desde muy pequeños, que importante hacerles ver yá, tal enorme diferencia…
    Muy de acuerdo con la publicación y su importancia en explicarlo, practicarlo y propagarlo.
    Los niños asombrados, reaccionaron de forma estupenda y con una agradable sonrisa y admiración. Aprendieron!!

    1. Silvia Bueso

      ¡Hola, Marc! Nos encanta que nos abras tu corazón y saber más de vuestras experiencias. ¡Hay que abrazarse!

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