Son las 5 de la tarde y voy a rehabilitación. Aún con un poco de dificultad, me visto y ato los zapatos. Llevo unos 45 días yendo y quiero destacar que cada día voy con una sonrisa, una gran sonrisa. Me pregunto qué me hace sonreír tanto.
El centro de rehabilitación es mi nuevo oasis para relajarme y cuidarme. Así es. Suelto mis miedos y sentimientos, y todos mis compañeros parecen entenderme, sin tener que explicarme mucho. No nos conocemos de nada y al mismo tiempo parece que fuimos al cole juntos. Lo reconozco. Les estoy cogiendo cariño.
Tengo una nueva pandilla de amigos. Nos echamos buenas risas, discutimos sobre temas de actualidad y sobre todo nos apoyamos y celebramos pequeñas mejorías, que yo misma a veces ni aprecio. Nos cruzamos miradas de cariño y complicidad mientras hacemos ejercicios para recuperarnos de nuestras lesiones. La decoración del centro no importa. Lo que realmente importa es que todos nos abrimos y compartimos historias de vida y sentimientos.
Hablar y compartir es la mejor medicina para recuperarte de una lesión o de un accidente. Así el centro de rehabilitación se convierte en nuestra casa, en un refugio acogedor y seguro. No hay rangos ni jerarquías. Cada uno tiene una profesión bien distinta y opiniones diversas, y nos une las ganas de recuperar la salud y el buen ánimo.
¿Cómo sería bautizar el centro de rehabilitación con el nombre ‘el refugio de los enchufados a la vida’? Me gusta. Es más sexy y sugerente, y creo que invita más a ir. Además, es justamente lo que ocurre. Cada uno a su manera encuentra la forma de agarrarse de nuevo a la vida, reconociendo carencias o mermas físicas por las lesiones sufridas y aceptando con paciencia la experiencia de cuidarse y curarse.
Doy las gracias a todos mis colegas del centro de rehabilitación. Y lo digo en voz alta y mayúscula. Sola no lo estaría consiguiendo. Sus gestos y miradas me curan. Verlos me alegra el día y me libera y reconforta compartir mis emociones con ellos. Nunca pensé que me gustaría tanto ir al centro de rehabilitación. Y ahora creo que me costará abandonarlo.
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