¿Hace días que no te veo en el cole recogiendo a tus hijxs? Está es la pregunta que por desgracia me han hecho tantas veces. Al ser madre, pensé que jamás me harían esta pregunta. Llámame ilusa. Pensé que ya se había superado la idea de que somos las madres, más que los padres, las cuidadoras de los hijxs. Pensé que los tiempos modernos evitarían estas preguntas cargadas de tanto prejuicio y estigma. La realidad siempre te pone en tu sitio. ¡La realidad habla!
Lo cierto es que me han hecho esta pregunta en muchas ocasiones. Pensé que estaría preparada para escucharla, para sentirla y para responderla, y no lo estuve cuando me la formularon por primera vez, ni la segunda, ni la tercera. Y, aún hoy, no lo estoy, aunque los años, que con gusto voy sumando, me ayudan a capear la situación con mayor desparpajo y sin dramas peliculeros. Como dice la escritora mexicana Guadalupe Nettel, sobre los padres no hay expectativa social. Que un padre decida ser buen padres es un plus para ellos. En cambio, una madre por defecto debe ser buena madre. Va con la condición de ser madre.
Lo que más me fastidia es que son más las mujeres, mis iguales, que los hombres, las que me han hecho esta pregunta. ¡Escuchar esta preguntita de una igual de mi género me remueve más! Me deja desencajada. Me irrita. Me molesta. Me indigna. Me enfada. El verano del 2019 lo pasé en América Latina. Hice una gira para presentar mi libro ‘El arte de pedir para conseguir tus objetivos’ en Chile y Perú.
Pasé 3 semanas fuera de España, lejos de mi familia. Lejos de mis seres queridos y cerca, muy cerca, de mis sueños más deseados. Sueños que logré poniendo esfuerzo del bueno. Nadie me vino a buscar. Me propuse, fui tozuda hasta hartar y lo conseguí con el apoyo incondicional de personas que creyeron en mí porque vieron que yo creía en mi, siendo determinante e insistente.
Al regresar de mi aventura de las Américas, amigas cercanas y conocidas a las que aprecio, fueron tajantes en lanzar la pregunta perla: ¿Con quién has dejado a lxs niñxs? ¿Tu marido se las apaña con ellxs? ¿Qué lujo desaparecer del mapa 3 semanas? Grrrrrr. La maldita pregunta me persigue. Se repite como el ajo y sale de la boca de mujeres, también de algún hombre, con una naturalidad que espanta a cualquiera. No quiero culpar a nadie. Está claro que nuestra sociedad aún tiene que madurar y normalizar situaciones. Está tomando su tiempo cambiar los viejos paradigmas basados en que la mujer es la cuidadora-protectora y el hombre, el conseguidor, el cazador. Cambiar la historia va despacito, paso a paso.
Despacito es mi palabra para contribuir a cambios relevantes. Enfadarme no ayuda en nada. Culpar a lxs demás, aún menos. Reaccionar o sobre reaccionar es lo peor. No ayuda a cambiar las pequeñas conductas estigmatizadas que están presentes en nuestro día a día. Estoy aprendiendo a responder a la perversa pregunta con empatía, corazón y siempre dando una nueva perspectiva que no ofenda a quien me lance la cuestión.
Gracias a incorporar el despacito en mi alma y cuerpo, mi reacción ante esta pregunta es: “Es maravilloso dedicarme tiempo porque me hace sentir bien como madre y profesional. Mi pareja hace lo mismo y los dos nos apoyamos por igual cuando nos ausentamos. Nuestros hijos están entendiendo que ser padre y madre no es sacrificar tus ambiciones, sino que es compatible con defender tus metas, confiando a ciegas en que, si tú estás bien contigo mismx, aún mejor estarás con tus hijxs, tu familia y en todos los ámbitos en los que estés”.
Mi respuesta honesta y firme está calando. Lo celebro con confeti. Confío plenamente en los pequeños gestos que van calando en las personas y van borrando prejuicios que nos persiguen. Son creencias que hemos heredado y aplicamos muchas veces, sin ser conscientes, por herencia de nuestros antepasados. Cada vez que lanzo mi respuesta, hay un micro-impacto que resulta en reacciones como “mi pareja ha estado de viaje dos semanas y ahora me toca a mí darme ese espacio”, “tienes razón. Quiero que mis hijxs logren este equilibrio en el cuidado de lxs hijxs con sus futuras parejas. Yo he de mostrarles esta posibilidad para que la normalicen”.
Las mujeres trabajadoras hemos de ser más tozudas que nunca para cumplir nuestras metas, las que tú quieres para ti. Cuando digo que seas tozuda, me refiero a que recibes más noes que síes. Ya es difícil saber lo que quieres y quiero que sepas que aún más complicado y duro es conseguirlo. Y alcanzarlo requiere que seas persistente e insistente, y sobre todo que sepas sortear las trabas, quejas, prejuicios, sentimientos de culpa y miles de miserias que van a plantarse en tu camino. Cada día conozco a mujeres impresionantes que no han conseguido sus objetivos por haberse sentido culpables. La culpa te frena en la consecución de tus metas. La culpa detiene tu brújula hacia tus sueños. La culpa te da la lata cada día, con esas micro-conductas que tu entorno te lanza como latigazos.
Tú eres la jefa de tu vida y las riendas las llevas tú. El miedo y la culpa van a estar siempre en tu viaje y te recordarán, como si hablaras con tu gestor/a de seguros, los peligros a los que te expones cuando aguantas y sobrellevas, con empeño y sabia tozudez, tu razón de ser. Como madre trabajadora, te tocará elegir dónde poner tu energía y foco. Decir que no a lo que sí quieres en tu vida, como es recoger a tus hijos del colegio, toma valentía de la buena. Pedir por tu boquita lo que quieres para ti es ser generosa contigo para serlo aún más con los demás. Cumplir tus sueños será ejemplo para que lxs demás abracen los suyos. ¡Feliz día de la mujer trabajadora!