Pedir requiere mucho arte, ya sea para pedir dinero al inversor, para captar fondos de tu donante ideal, para vender tus productos o servicios o para seducir al empleador para conseguir tu trabajo ideal. Sea cual sea su objetivo, al pedir tienes que manejar con consciencia y mucho temple el tiovivo, tanto de emociones como de relaciones, y de tácticas y decisiones a tomar.
Pedir es toda una aventura, con recorridos llenos de imprevistos, altibajos de tu estado de ánimo, relaciones con y sin sentido, y pasos firmes y también dudas y bloqueos para conseguir llegar a tu meta.
Para conseguir disfrutar de este apasionante e incierto viaje, el pedirólogo, quien pide con arte, tiene claro que le tocará:
1 Vivir con la incertidumbre
No hay manual que valga. Cuando das el paso de pedir se abre un universo de posibilidades que, en muchos casos, no habrás provocado tú y que te pillarán por sorpresa. La vida es en directo y tan importante es lo que te pasa como tu manera de vivirlo. Lucía jamás imaginó que su visita a un cliente se convertiría en un día para recordar para siempre. La reunión estaba agendada a las 10 y cuando estaban en medio de la misma su cliente recibió una llamada personal que motivó cancelar el encuentro de inmediato. Lucia se quedó blanca porque había preparado la propuesta comercial con mucho esmero y, sobre todo, se quedó atónita al ver cómo le cambió el rostro a su cliente. Estaba desesperado, a punto de romperse. Lucia no sabía qué hacer. Su cabeza le decía ‘qué pena que no puedas presentar esta propuesta ganadora’ y su corazón le afirmaba ‘cógele la mano al cliente y pídele cómo puedes ayudarle’. Lucia hizo caso a su corazón y acompañó a su cliente al hospital donde habían ingresado a su familiar directo. Durante el trayecto, Lucia no habló de su propuesta, aunque estuvo tentada, y se limitó a estar y escuchar al cliente. Ese día la relación entre Lucia y su cliente pasó a ser de verdad. Y el cliente sintió que Lucia se preocupó por él, dándolo todo y sin esperar nada a cambio. Pasados 2 meses desde esa reunión, el cliente llamó o a Lucia para agradecerle su gesto y comprensión, y para cerrar una nueva reunión.
2 Vivir con las expectativas cambiantes
Como buen pedirólogo te ilusionarás pensando en todo lo que puedes conseguir. Tu mente imaginará todo tipo de escenarios, como si fuera una película. Y, seguramente, las imágenes, voces y palabras que tu mente visualice y verbalice te llevarán a construir expectativas. Nos pasa a todos. Lo importante aquí es que entiendas que tener expectativas es estupendo y también lo es que te desapegues de ellas. Así podrás recibir con los brazos abiertos a la incertidumbre y a lo que surja en ese contexto incierto e imprevisto. Luis había preparado su elevator pitch para seducir a su inversor ideal y llevaba meses detrás de él. Tras una intensa labor de investigación, Luis conocía al inversor de pies a cabeza. El día de la presentación en el foro de inversión y cuando estaba a punto de conocer al inversor en persona a éste le surge un imprevisto y se ausenta. A Luis le cambia la cara y le invade un inmensa frustración y rabia. Su expectativa era hablar ese día con ese inversor. En cuestión de segundos, Luis suelta el control, da la bienvenida a su creatividad y se desapega de su expectativa inicial. Y da un paso clave que cambia la hoja de ruta por completo. Decide interrumpir su pitch y acercarse al inversor, antes de que abandone la sala para decirle: ‘espero que no sea nada grave lo que te lleve a marcharte y te llamo el jueves por la mañana. ¿Te parece? Dicho y hecho. Desapegarse de la expectativa y del guión preparado permitió a Luis enfrentarse a su frustración y focalizarse en su objetivo.
3 Vivir con las emociones
No eres un robot y tampoco lo son los que te rodean. Siente tus emociones y estate atento a las emociones de la gente que te rodea. Recuerda que conocerte a ti mismo es tan relevante como que conectes con tus interlocutores desde la emoción que esté presente en ellos. Aquí tu intuición será tu aliado fundamental. Margarita no se encontraba bien. Estaba enferma justo el día que tenía el encuentro con su donante. Era un día especial y ella se sentía sin chispa, gris y dispersa. Se preguntaba qué hacer. Ella sabía que cuando no se encontraba bien perdía concentración, su capacidad de escucha se apagaba y su empatía se anulaba. No lo dudó y llamó al donante para explicarle su situación. Le explicó cómo se sentía y sobre todo el impacto de su estado de ánimo si mantenían el encuentro. El donante le propuso una nueva fecha, sin dudar.
Abraza lo imprevisto, da la bienvenida a lo incierto y a la sorpresa. Di adiós a las expectativas y hola a los sentimientos que te acompañen, y da rienda suelta a tu creatividad y a tu chispa para convertir cualquier situación en una oportunidad para pedir y conseguir tus objetivos.