Hey, luchador@,
¡Arribaaaa! Así quiero empezar la carta, con la palabra arriba y con la letra ‘a’ derrapando. Es la palabra con la que me despierto cada día, a pesar de mis miedos y dudas.
He pensado en ti todas estas semanas de confinamiento y he podido imaginar por todo lo que estás pasando, con la que está cayendo.
Quiero abrirte mi corazón para darte fuerzas y también para que sepas que te acompaño en esta montaña rusa que estamos viviendo. Tal vez me conoces o tal vez no me conoces de nada. Mi deseo es que esta carta te haga sentir que estoy contigo siempre y para siempre.
Pensar en ti y escribirte esta carta me llena de vida, alimenta mi coraje y también me recuerda mis genes como mujer luchadora que soy. He superado adversidades duras e inesperadas y gracias a esas duras vivencias he podido saber que soy una persona con garra y agradecida porque la dureza de la vida ha subido mis ganas de vivir y batallar. Y, ¿sabes qué?, tú también eres guerrer@ y te va a sorprender la capacidad brutal que tienes para salir de esta.
Esta nueva adversidad que se ha metido en nuestras casas me está enseñando más de lo que pensaba. Soy una profesional autónoma apasionada por enseñar, a través de charlas, formaciones y mentorías, a las personas a pedir y hacer realidad sus sueños. Hoy me defino como ‘un ERTE con patas’, con gran parte de mis proyectos parados, aunque te digo que de esta salimos.
Este virus no frena mi pasión por ayudar a las personas como tú a luchar y a defender con uñas y dientes tus objetivos. Y, te lo digo bien claro…Mi lucha contra el bicho la ganaré dándole alas a mi talento cañero y empático que llega a quien trabaja conmigo como un pellizco para pasar a la acción.
Dicen que las profesiones del futuro están por inventar. Yo ya la estoy inventando, dando rienda suelta a mi imaginación, a mi atrevimiento y
activándome, y sé que tú también darás con la fórmula que permita que tu
talento brille y sea de servicio para los demás.
Los primeros días de confinamiento estuve en shock y bloqueada, y dando
mucho espacio a mis miedos egoístas. Mis diálogos conmigo misma podrían
ser el guión de un bestseller de terror. Te preguntarás qué me hizo cambiar la perspectiva. Tuve un cambio de chip mágico, vibrante y ante todo humano.
Hacía más de 6 meses que no hablaba con una persona muy importante en mi vida. Había heridas abiertas y rencor. Debido a la inestabilidad mental de esta persona, decidí tomar cierta distancia y también te diré que no tenia fuerzas para enfrentarme a conversaciones difíciles.
He pasado horas y horas en centros psiquiátricos y sé lo que es lidiar con personas con alguna enfermedad mental. Por eso soy una tía empática, cercana y que expresa toda su vulnerabilidad como un libro abierto. He visto la condición humana en momentos muy extremos y he vivido el rechazo social en mi propia piel.
El día 4 de confinamiento esta persona me llamó y en los primeros segundos de nuestra conversación le dije: ‘te pido perdón y te quiero’. Hubo silencio y luego hablamos con tranquilidad y amor. Recordamos momentos preciosos, nos mandamos besos ruidosos telefónicos y sobre todo conectamos de verdad. Ese perdón fue mi botella de oxigeno para creer en mí, en ti y en cada persona de este mundo.
Creo en mi y creo en ti. Creo en la humanidad. La suma de esfuerzos y cada gesto genuino y generoso hará de este mundo un mejor lugar para quedarnos. Inventaremos nuevas profesiones. Tú también y será duro y requerirá tesón, soltar apegos del pasado y creer en una nueva versión de ti que no conocías.
Me pido que tu lucha y mi lucha animen a tantas otras personas a perseguir sus sueños y sobre todo a hacerlos realidad.
Luchador@, te quiero y por ti lo doy todo.
¡Arriba!